Píldora 6: Tu única misión eres tú mismo

Ahora abordaremos un tema que seguro alguna vez te has planteado.

¿Cuál es tu misión?

Conocerte, conectar con quien eres, aprender y evolucionar son el sentido último de la vida, y simplemente por vivir y estar al servicio de la vida ya estamos inmersos en esta tarea.
Siempre evolucionamos (aun cuando parece que no es así), así que el objetivo es evolucionar de la forma más consciente posible.

Tu principal misión eres tú mismo

Cuando te vas conociendo y escuchando más, se te va relevando aquel potencial o potenciales que tienes para entregar al colectivo.
Pero antes de expandirte en este sentido tienes que ir generando una buena base en ti desarrollando unas raíces fuertes que te permitan estar solido y centrado, de esta forma estarás en mejores condiciones de ayudar a otros.
Así que, vuélvete “egoísta”
La palabra egoísta suele tener connotaciones muy negativas.
Yo aquí me refiero a un egoísmo saludable en el que tu bienestar y tu evolución pasen a ser tus principales guías.

¿Qué significa volverse egoísta?

  • Yo soy mi prioridad
  • Yo cubro mis necesidades
  • Yo me hago responsable de mi mismo
  • Yo desarrollo mis potenciales

Este egoísmo tiene mucho que ver con darte lo que tú necesitas y no esperar a que lo hagan otros.
Hay muchas personas que dan constantemente a los demás pero que no se dan nada a sí mismas, entonces la calidad de lo que dan es más bien baja, porque cada vez que dan se sienten vacíos o extenuados.
Se trata de dar pero con consciencia, sin vaciarte y sin esperar nada a cambio en forma de recompensa o reconocimiento.
Ese es el verdadero sentido del dar, el que te llena, independientemente de que recibas algo a cambio.
Paradójicamente siempre se cumple la ley más antigua de Egipto: siempre que das sin esperar nada a cambio se te devuelve el 101% de lo que has dado.
Cuando pasas a responsabilizarte y a darte lo que necesitas estarás más centrado en ti y menos demandante del exterior y comprobaras además que tienes mucho más para ofrecer.

100% Responsabilidad

Me vuelvo responsable cuando comprendo que absolutamente del 100% de lo que me pasa es un reflejo de mi mundo interior, así que cambiado las causas en el interior cambiaran las consecuencias en el exterior.
La palabra responsabilidad nos aporta poder personal, pues si con mis elecciones y con mis actos he generado un tipo de manifestaciones en mi vida que no me agradan, también a través de mi intención y mi acción puedo generar unas circunstancias mas favorables.
La responsabilidad nos hace libres pues nos conecta con nuestro libre albedrío creador.

El desarrollo del potencial

El potencial son aquellos dones, virtudes o inclinaciones que desarrollamos con destreza y con maestría, que ya forman parte de nosotros, y a los que de forma natural nos sentimos inclinados pero todavía no los hemos actualizado.
Para desarrollar el potencial previamente tenemos que sentirnos sólidos a nivel material, físico emocional y mental, pues el desarrollo del potencial tiene un sentido más elevado y se asienta en los tres niveles anteriores.
Si me paso el día preocupado por si puedo llegar a fin de mes, tengo una rabia que me corroe o una ansiedad que me incapacita, mejorar esas circunstancias o estados emocionales pasarán a ser mi principal misión o misiones.
Así que relajémonos y no pretendamos empezar la casa por el tejado.
Recuerda que para poder volar y tomar impulso hay que tener bien firmes los pies en el suelo.

¿Cómo conecto con mi potencial?

Simplemente haciendo lo que te gusta, te dediques profesionalmente o no a ello.
Cuanto más tiempo pasas disfrutando de lo que te gusta, más sube tu vibración o frecuencia que emanas hacia el exterior en forma de emociones.

Ejercicio propuesto para tu semana 6:

Haz lo que te gusta

Elige una actividad que te gratifique y esté a tu alcance que llevas tiendo posponiendo y llévala a cabo esta semana.

Open_book_32  Lectura recomendada

El elemento de Ken Robinson
… en la próxima píldora conoceremos algunos trucos para expresarte de forma más eficaz y asertiva.
Un abrazo,
Virginia de la Iglesia