Salvador, Victima y Perseguidor

Peligrosos juegos de control

Los juegos de control son formas estructuradas de interacción en las relaciones que se utilizan para evitar la verdadera intimidad entre dos personas.

Cuando utilizamos estos juegos no somos nosotros mismos sino que utilizamos diferentes máscaras para esconder nuestros miedos y nuestra vulnerabilidad.

Olvidamos que estas mascaras protectoras a veces pueden ser muy hostiles y acabamos hiriendo a los demás.

Existen muchos tipos de mascaras: el fuerte, el valiente, el misterioso, el loco, el sabelotodo…

salvador, victima y perseguidor

Y tú, ¿detrás de que máscara te escondes?

«A veces con el escudo se hiere más que con la lanza«,

esta frase que encontré en google y cuyo autor desconozco define muy bien lo que te he explicado con anterioridad.

Herir a otro como forma de defensa también es una forma de manipulación que te conduce a relaciones de abuso emocional.

Existen multitud de mascaras que todos sin excepción utilizamos para relacionarnos en diferentes áreas de nuestra vida y eso es normal, no vas a tener el mismo rol con una amiga de charla que en el trabajo con tu jefe.

El quid de la cuestión es conocer muy bien estas mascaras para utilizarlas cuando nos sean útiles y dejarlas de lado cuando queramos conocer de verdad  a otra persona ya sea esta un amigo o una posible pareja, en este caso las máscaras enturbian el proceso de intimidad tan necesario para este tipo de relaciones porque no son más que una mentira que te alejan de quien verdaderamente eres.

Sin intimidad, las deseadas relaciones basadas en la igualdad, el respeto y la confianza NO son posibles.

Salvador, Victima y Perseguidor: 3 Formas ≠ de manipulación emocional

Hay tantas máscaras como personas y en ocasiones muchas máscaras dentro de una sola persona.

En este post quiero hablar de las tres mascaras o roles universales que todos utilizamos y que son formas de manipulación más o menos encubiertas.

  • SALVADOR

    quien trata siempre de «ayudar» a los demás aunque no se lo hayan pedido. Se coloca en un papel de superioridad. Ayuda por complacerse y no de forma vocacional, necesita que le necesiten. Su frase es: «yo soy quien tiene las soluciones y tú me necesitas»

  • PERSEGUIDOR

    quien trata siempre de culpar a los demás desde su supuesta superioridad y es muy extremo y severo en sus juicios. Se coloca en un papel de superioridad pero en el fondo se siente inferior. Su frase es: «yo soy el que lo sabe todo y el otro tiene que hacerme caso»

  • VICTIMA O MÁRTIR

    quien se cree que está siempre  libre de culpa e indefenso. Se coloca en un papel de inferioridad. Su frase es: «los otros son mejores que yo porque tienen la solución que yo no tengo»

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Este triangulo define perfectamente las relaciones de dependencia que se dan en el momento en que dos personas no se sienten de igual a igual.

Estos roles no son estancos, la persona que siempre va de victima puede ser agresora en un momento determinado y viceversa.

Los roles también son complementarios; si siempre actuó como una victima buscaré de forma inconsciente a personas que me agredan y si soy un agresor buscaré deliberadamente las victimas más propicias. Unos roles no existen sin los otros.

Estas tres mascaras son las principales fuerzas a través de la cuales manipulamos y nos manipulan, si logras detectarlas aprenderás a relacionarte desde la inocencia y no desde la astucia. La astucia te hace débil, sin embargo por el contrario la inocencia te hace más fuerte y libre porque está exenta de toda manipulación.

Con inocencia no quiero decir ser un ñoño y dejarse pisotear, inocencia es expresar tu verdad sin entrar en ningún juego de manipulación.

Las estrategias y las artimañas

Las estrategias o artimañas son las diferentes formas de abuso emocional en las que estos tres roles se expresan.

Seguro que algunas te son más conocidas que otras.

Suelen aparecer como un chispazo inconsciente y por lo general en medio de una pelea o conflicto aunque hay personas que las utilizan de forma sistemática.

Estos son algunos ejemplos:

o   El querer ser «siempre útil»

o   Hacer generalizaciones por un comportamiento concreto

o   Juzgar

o   Poner etiquetas

o   Echar en cara sucesos del pasado

o   Reproches

o   Acusaciones

o   Amenazas

o   Sermones

o   Ruegos

o   Exigencias

o   No escuchar y estar pensando con antelación lo que se va a decir

o   Extorsiones

o   Violencia verbal y física

o   Crítica destructiva

o   Sarcasmo

o   Ironía

o   Queja

Saliendo de los juegos de control

El hecho de jugar en cualquiera de estas posiciones, ya sea en una conversación o en la vida, impide la observación de uno mismo y te mantiene en patrones infantiles  de miedo, rabia e impotencia y otras emociones que precisamente son las que quieres evitar.

No puedes hacerte totalmente responsable de tu bienestar emocional sino renuncias a estas artimañas.

No engancharse a los juegos requiere que cuando te des cuenta de que estás utilizando alguna de estas artimañas o estrategias, actúes de alguna forma que ponga fin al juego.

Para salir de estos papeles tienes que dejar de controlar al otro o la situación actuando de una manera rígida o exagerada para conseguir que la otra persona reaccione como a ti te gustaría.

No engancharse en el juego requiere no devolver la pelota de ping-pong cuando estamos inmersos en el conflicto, tenemos que dejar que esa pelota pase de largo.

Mantener la objetividad y no salirse del centro hace que uno se sienta integro y de maravilla.

La solución pasa por desarrollar maneras de comunicación más asertiva contigo mismo y con los demás donde puedas hacerte responsable de tus propios sentimientos.

Cuando dejamos de lado estos juegos, se libera una gran cantidad de energía que podemos utilizar para nuestro desarrollo personal o para lo que nos de la gana pero siempre para fines más elevados o al menos más productivos.

Y tú, ¿con cuál de estos tres papeles te identificas?

Decir SI cuando quieres decir NO:un daño para tu autoestima

¿A menudo dices SI cuando en realidad quieres decir NO?

Esto es una traición a ti mismo.

Si esta conducta es reiterada al final se produce una ruptura entre lo que piensas, sientes y dices.

A esto se le llama incoherencia y daña seriamente tu autoestima.

Marcar unos límites saludables es un requisito imprescindible para que las relaciones interpersonales sean armoniosas y libres.

Cuando no respetas tus limites o los de otras personas estas creando sin darte cuenta enganches energéticos de abuso y dependencia.

En multitud de ocasiones nos cabreamos con nosotros mismos por no saber poner límites a tiempo, aun sabiendo que poner límites en el momento oportuno nos ahorraría el tener que dar muchas explicaciones y tener disgustos a posteriori.

Ponerse limites a uno mismo

Poner límites en el exterior está estrechamente relacionado con como soy capaz de ponerme mis propios límites y actuar en consecuencia.

Muchas veces realizamos conductas dañinas hacia nosotros mismos, comer en exceso, autocritica constante o dejadez serían ejemplos de ello.

Cuando estas conductas son excesivas o muy reiteradas en el tiempo no nos hemos puesto un limite a tiempo y es hora de decirnos basta, uno tiene que percibir cuando esta pasando un limite y decir se acabó porque esa conducta empieza a ser perjudicial.

Si no te das cuenta de que te estas excediendo y pasándote de la raya contigo mismo, tampoco vas a detectar cuando otra persona esta excediéndose contigo o tu con ella.

Poner limites a los demás

Si previamente no he definido mis propios límites a cerca de que estoy dispuesto y no estoy dispuesto a consentir en las relaciones de trabajo, de amistad o sentimentales, me será difícil cuando me relaciono con los demás poner unos límites claros y bien definidos.

Poner límites pasa por decir No, para, Basta, en otro momento, hasta aquí o adiós.

Pero poner límites no es solo expresarlos verbalmente, sino que nuestra actitud también tiene que ser coherente y firme con lo que estamos expresando.

Para que los demás puedan entenderme y que no quede lugar a duda, un límite tiene que ser claro, directo y firme.

Los límites están muy relacionados con el respeto, la gestión del espacio personal y saber decir no sin sentirse culpable.

El espacio personal lo definimos y marcamos de forma consciente pero sobre todo de forma inconsciente, de tal forma que a nivel inconsciente los demás perciben si nuestro espacio tiene buenas medidas de seguridad o es demasiado permeable, cuando esto último ocurre estamos invitando a la gente a que pueda “excederse” con nosotros, los demás lo perciben y pueden invadirte de manera más o menos intencionada.

Esta permeabilidad te hace cada vez más vulnerable; sin embrago, un espacio personal bien definido te hace invulnerable a los saqueos energéticos.

Aumentar el respeto y la autoconfianza va a ayudar a marcar unos límites sanos en las relaciones.

Autorespeto es tener la firme convicción de que mis necesidades, mi bienestar y mi valía personal son iguales de importantes a los de cualquier otra persona.

Relacionarlos desde la igualdad y no desde los juegos de poder hace que respete mi espacio y el de los demás.

El miedo a decir NO

Decir no es otro de los requisitos imprescindibles para marcar límites adecuados y mantener una conducta integra con uno mismo.

Las personas que temen decir no tienen miedo a las consecuencias de esa negación pues enseguida entran en la culpa por sus miedos e inseguridades, relacionadas con el hecho de que el otro les va a dejar de querer o aprobar.

Estas personas tienen que entender que nadie les va a juzgar o dejar de hablar por ejercer su derecho a decir no, sino que más bien, decir no, puede ser considerado como un gesto de confianza hacia la otra persona, pues cuando ejerces tu derecho a decir no, le estas dando el mismo derecho a los demás.

Si siempre digo si, entonces este sí, perderá valor progresivamente porque este si procede desde el miedo y no desde la libre elección personal.

Más vale un NO a tiempo que mil lamentaciones.

y A TI,

¿En qué forma te perjudica no poner un buen limite a tiempo?